Cuando hablamos con diversos expertos en materia de café, hay una conclusión que todos comparte sin excepción, y esa es que el buen café no necesita azúcar.
Pero en su afirmación van mucho más allá señalando que añadir azúcar al café estropea por completo su sabor y altera nuestra experiencia con esa bebida.
¿No es un poco exagerado? Vamos por partes y aclaremos esta polémica:
Por un lado, lo cierto es que tenemos un gran problema con las grandes cadenas comerciales que venden café, ya que una de las más conocidas tiene una media de 80 gramos de azúcar por bebida, lo que supone 10 veces más que un café regular.
Este tipo de cadenas, que son muy populares hoy en día, son utilizadas por “amantes del café”, un término fomentado por su inversión en marketing pero que poco tiene que ver con la realidad.
Por otro lado, los expertos de verdad señalan que el problema con el azúcar va mucho más allá de las contraindicaciones de salud. Es pura química. La glucosa tiene una incidencia directa en el sabor, el aroma y el cuerpo del café, lo que nos impide apreciar de forma correcta las propiedades de esta bebida.
Uno de los grandes placeres de beber café está en distinguir sus propiedades, matices e incluso la forma en la que ha sido preparado. ¿Sabías que un experto en café puede averiguar su origen sólo probándolo?
El café que se cultiva en cada país o en una zona determinada adquiere unas características propias por el terreno, las horas de sol, la temperatura, la forma de secado, etc. Esto hace que haya café fácilmente identificable y con denominación de origen comprobada.
Por último, la mayor crítica hacia el azúcar se basa en que se utiliza su sabor edulcorante para enmascarar la baja calidad de ese café. Un buen barista siempre te dirá que si un café te parece demasiado fuerte debes probar otro tipo hasta que encuentres el que más te guste, pero que añadir azúcar nunca es la solución.