Todos los sectores tienen un lado oscuro y en el caso del café, al igual que en casi todos los productos cultivables, el pago a los agricultores es uno de los elementos más criticados. Hasta que punto es cuestionable que un agricultor reciba 0,15€/kg y luego se venda en un supermercado a 2,2€.
El café es la bebida favorita de los millenials (nacidos en la década de los 80 y 90) y este grupo de personas cada vez modifica más sus hábitos de consumo en respuesta a sus valores éticos.
No sólo han hecho popular, corrientes como el veganismo, apoyan los coches eléctricos y el autoconsumo doméstico, sino que son el colectivo que más recicla y compra productos orgánicos. Comprar café con origen certificado y de producciones donde al agricultor se le paga un precio “justo” es una de las exigencias más repetidas.
La importancia de que el café que tomamos tenga un origen moralmente aceptable es tan importante que se posiciona como factor determinante de compra por delante incluso del precio.
Según un estudio hecho por la America’s National Coffee Assciation, un 60% de los encuestados de entre 19-24 años prefería comprar café más caro, pero de origen ético, en el grupo que va desde los 25-49 años este porcentaje baja hasta el 25%, y ya en las personas mayores de 50 años se desploma hasta el 15%.
Conseguir un entorno medioambiental sostenible es más importante para las personas jóvenes que para los adultos mayores de 50 años. Algo que no sorprende por la educación que cada uno de estos grupos ha recibido, donde a los millenials se les ha enseñado a reciclar desde que iban a la escuela o los efectos negativos de la contaminación.