A lo largo de la historia hemos visto como grandes negocios han crecido o se han hundido en función de las tendencias del mercado. Tal vez han estado en el momento adecuado y sus beneficios se han multiplicado o, si han tenido mala suerte, no han sabido adaptarse a las necesidades de la gente y han tenido que cerrar.
El sector del vending es uno de los pocos negocios que lleva décadas entre nosotros y, aún así, su margen de crecimiento no deja de asombrarnos. Y es que, a pesar de que hay países con una gran cultura del vending como Estados Unidos o Japón, todavía quedan muchos países de Europa, Asia o Latinoamérica por explotar, donde adaptar, entender o ofrecer vending basándose en las necesidades de sus clientes.
Tal vez nos preguntemos a qué se debe este “resurgimiento” del vending tras la época dorada de los refrescos en las décadas de los 80 y los 90. La respuesta es muy sencilla: Los hábitos de la sociedad están cambiando muy rápido y el vending es uno de los pocos sectores que puede adaptarse al mismo ritmo.
Cada vez comemos más tiempo fuera de casa, de camino al trabajo, entre clase y clase de la universidad, o nos pasamos días enteros viajando y esperando en un aeropuerto. Llevamos un estilo de vida muy diferente al que tenían nuestros abuelos y eso se nota en nuestra forma de consumir.
Si alguien le contase a una persona de 1960 que la gente haría cola a las 12 de la noche para comprar un lanzamiento de tecnología con descuento o que sería posible tomar un café caliente recién hecho en pocos segundos gracias a una máquina de vending de café nos miraría con cara extraña.
Los operadores de vending tienen a su disposición máquinas cada vez más modernas, más eficientes, que consumen menos energía y que les permiten ofrecer una cantidad de productos cada vez más variada. Ofrecer justo lo que piden los clientes es simplemente una cuestión de marketing que se puede resolver en días.