La capital inglesa sigue su particular cruzada contra el tráfico urbano y la contaminación del aire. Si hace ya 10 años fueron pioneros al establecer una restricción de acceso de vehículos privados al centro de la ciudad (empezó costando 5 libras al día) y eliminaron el 95% de los autobuses de dos plantas, ahora anuncian que empezarán a utilizar combustibles alternativos derivados de productos naturales como el café.
Cada año se producen más de 500.000 toneladas de desechos de café en Reino Unido, por lo que la startup Bio-Bean, en colaboración con Shell y Argent Energy, han diseñado un tipo de combustible alternativo pensado especialmente para la flota de autobuses que forman parte del sistema de transporte público londinense.
A día de hoy ya han producido más de 6.000 litros de aceite de café para comenzar el proyecto piloto, lo que permitirá que un autobús se desplace durante un año entero sin tener que recurrir a combustible tradicional.
Bio-Bean recolecta los desechos de café de las fábricas, restaurantes y cafeterías que se han sumado al programa, volviendo a aprovechar estos residuos y reduciendo el impacto medioambiental que tiene la huella del hombre. Estos granos se secan para extraer el aceite, líquido que posteriormente se mezcla con otros combustibles para crear un tipo de biocombustible específico para los motores diesel de estos autobuses.
Este nuevo biodiesel reduce en un 15% las emisiones de dióxido de carbono en la atmósfera, mientras que elimina de golpe decenas de miles de toneladas de residuos que se queman cada año en Reino Unido. Unos desechos que emiten gas metano muy tóxico (28 veces más nocivo que el dióxido de carbono) cuando se descomponen.
Londres se ha ganado una reputación envidiable en su lucha contra la contaminación y, si nos atenemos a su historia, otras ciudades deberían tomar nota de estas iniciativas para solucionar el aumento de personas que mueren cada año por enfermedades asociadas a la contaminación del aire.