Cuando se decía hace unos años la palabra “vending” en mitad de una conversación entre amigos lo primero que se nos venía a la cabeza eran términos como “refrescos”, “café” y “chocolatinas”. Pero lo cierto es que el concepto que tenemos a nivel social del vending ha evolucionado hasta darle un giro de 180 grados, un cambio que se ha conseguido gracias a funciones como el control de la temperatura, al que se le da muy poco crédito y del que queremos hablaros hoy.
Los sistemas de refrigeración, al igual que los de calor, han permitido que el vending se abra a una gran variedad de productos que han convertido a estas máquinas en una opción de primera clase para cubrir cualquier comida.
A día de hoy podemos desayunar con un café y un snack, o hacer una comida completa con platos frescos preparados al día. El control de temperatura de las máquinas de vending es tan preciso que hay modelos que incluso permiten refrigerar a distintas temperaturas diferentes zonas dentro de la misma máquina.
Sin los sistemas de temperatura modernos, que se adaptan a las necesidades de conservación de cada alimento en concreto, no podríamos acceder a fruta fresca, zumos naturales que solo se pueden conservar a cierta temperatura.
La refrigeración controlada en el vending ha abierto las puertas a la alimentación fresca y, aunque no se le de crédito porque no es un concepto que llame la atención, la sociedad en general le debe mucho a una función que se da por sentado, pero sin la que no podríamos vivir en la actualidad, especialmente en mitad de varias olas de calor consecutivas.