Cuando se trata de comida y bebida cada persona tiene su toque personal y suele adaptar las recetas según su preferencia. Sin embargo, casi todos coincidimos en unas líneas rojas que por tradición cultural nos cuesta cruzar, ¿te atreverías a echarle sal al café de todos los días?
Algo que a priori nos suena como una locura tiene más sentido del que imaginamos. La sal es un ingrediente imprescindible que se utiliza en la elaboración de dulces como bizcochos, tartas, magdalenas, bollería industrial o incluso en las coberturas de chocolate. La sal tiene la capacidad de potenciar otros sabores y consigue que destaquen más, por eso muchos expertos consideran que el chocolate a la taza mejora muchísimo con una pizca de sal.
La principal barrera que percibimos es que el café es amargo y, por ende, necesita azúcar. Pero lo cierto es que el café en sí no es amargo, sino que nosotros al tostarlo hacemos que cambie su sabor y se vuelva más fuerte. El azúcar no contrarresta el amargor, sino que lo tapa y destroza el sabor natural del café.
Echar una pizca de sal al café hace que los matices dulces de esta bebida destaquen mucho más. Los expertos recomiendan echar la sal justo antes de moler los granos, con una medida de 1/4 de cucharada de postre por cada 6 de café. No obstante, esta medida es orientativa y se puede ajustar a base de ensayo y error hasta que consigamos el mejor sabor para nosotros.
Deja de usar azúcar refinada y aprende a disfrutar del café natural como hacen los amantes de esta bebida, seguro que será un gran descubrimiento.