Tradicionalmente sabemos que las plantaciones de café de países como Colombia, Brasil o Indonesia, ayudaron a sus economías a crecer de forma estable durante décadas.
El comercio de café no sólo se convirtió en el motor que engrasaba el modelo productivo del café, sino que permitió a los gobiernos de la época invertir las ganancias de las exportaciones en mejorar las infraestructuras y diversificar sus negocios.
Ahora es el turno de Kenia, que acaba de anunciar como ha aumentado su producción de café de forma considerable, llegando a doblar incluso sus exportaciones a Estados Unidos, que han pasado del 14 al 30% en menos de 2 años.
A pesar de que este país africano es relativamente débil, comercialmente hablando, han encontrado en el café una forma segura y rentable de potenciar la economía de las familias, y de ofrecer una forma sostenible de vida para sus habitantes.
El clima de Kenia, la riqueza mineral de su tierra y la enorme cantidad de mano de obra disponible, son factores que han contribuido al cambio de modelo productivo del país.
¿Estamos ante un nuevo caso como el de Colombia en el pasado siglo?
Lo cierto es, que el café de Kenia está mejor valorado que el de otros países vecinos, como el de Etiopía o Uganda y, de hecho, sus granos se usan incluso para mejorar el sabor de otras variedades más baratas.
Con un crecimiento en sus ingresos de un 6% el año pasado, superando los 200 millones de dólares en exportaciones, queda claro por qué el gobierno y la población de Kenia, han visto en el café una herramienta de futuro para mejorar su calidad de vida.