Durante el día de hoy os quiero invitar a hacer una reflexión conmigo. ¿Os habéis dado cuenta de que cada vez usamos más máquinas de vending en nuestro día a día?
Según la definición oficial, el vending es un sistema de distribución automática para la venta de alimentos, bebidas o cualquier otro tipo de artículos a los consumidores, sin necesitar la presencia de una persona y que es capaz de recoger el dinero (monedas, billetes o pago electrónico).
Hasta ahí bien, pero, ¿acaso no se están adaptando las máquinas de vending tradicionales a otros ámbitos?
Ya no se trata de comprar refrescos, sino que ahora compramos los billetes de bus, metro y tren con estas máquinas. Así como alimentos preparados, regalos, periódicos y revistas, juguetes o incluso material de oficina o EPI´s.
La versatilidad del Vending ha hecho que en ciudades como por ejemplo Berlín (Alemania), se hayan instalado varias máquinas a lo ancho y largo de la ciudad para vender piezas de repuesto de bicicleta; ya que en esa ciudad más del 60% de sus ciudadanos usa la bicicleta al menos una vez a la semana, muchos de ellos a diario.
Hay voces que nos dicen que la tecnología está restando puestos de trabajo, cuando yo opino que es justamente lo contrario. A lo largo de los años hemos visto como la tecnología ha aumentado la productividad de las personas, ha reducido los costes de fabricación de multitud de productos, y ha creado decenas de empleos que hace 30 años ni existían.
¿Sabías que un 65% de los niños que estudian hoy primaria trabajará en profesiones que hoy todavía no existen?
Suena extraño, pero pocos imaginábamos en los 80 que hoy un programador, un desarrollador web o una aplicación de móvil generaría más dinero que una empresa petrolífera.