En un momento u otro de nuestra vida todos hemos usado alguna máquina de vending para conseguir algo. Pero, ¿somos realmente conscientes del impacto que tiene el vending en nuestra sociedad desde hace décadas?
Durante el último año estoy viendo como numerosas compañías utilizan máquinas vending como plataforma publicitaria para hacer campañas virales. Desde McDonald’s regalando BigMacs, comprar lingotes de oro en algún hotel de Dubai o un concesionario de Texas (Estados Unidos) que ha comenzado a vender coches con una máquina de vending gigante.
¿Cuál es el objetivo de todos estos movimientos? ¿Por qué tienen los estudios de marketing predilección por integrar vending en sus campañas?
La respuesta es más simple de lo que creemos, el ser humano es un ser vivo que valora la rutina, le gusta mantener unas costumbres y la nostalgia es uno de sus puntos débiles. Llevamos tantos años utilizando vending que las marcas comerciales apelan a nuestra infancia y al peso del sector para conseguir una respuesta positiva en la publicidad de hoy.
En el caso del concesionario de Estados Unidos tiene truco, el cliente debe comprar el coche previamente por internet y una vez llegado al concesionario, recibe una moneda gigante para introducir en la máquina y ver como su coche es entregado en pocos segundos como el que pide una bebida fría. Según los clientes que ya lo han probado, es una experiencia novedosa pero, sobretodo, muy divertida.
A nivel práctico no es rentable, eso está fuera de dudas, pero a nivel publicitario es un movimiento estrella. La repercusión que ha tenido esta estrategia y la cantidad de publicidad gratis que ha recibido en todos los medios está siendo alarmantemente abrumadora.
Por parte de los clientes, al tener el concepto de vending integrado en nuestra forma de funcionar como sociedad, es imposible no establecer un paralelismo positivo y divertido entre comprar un coche o la Coca Cola que comprábamos cuando teníamos 8 años con nuestros amigos.