Seamos honestos, a los “millennials” no sólo nos gusta el café, nos encanta. Nunca he conocido a una generación de personas que disfruten tanto de esta bebida como nosotros. Un elixir para sobrevivir al estilo de vida frenético que la sociedad nos ha impuesto, una bebida que nos insufla vida y que se ha convertido en nuestro mejor amigo.
El 55% de los millennials afirma que el café es su bebida favorita. La industria lo sabe y por ello no deja de introducir nuevos métodos de consumo, potenciando el vending y expandiendo el acceso a café recién hecho en prácticamente cualquier parte.
Uno de los factores que han influido en este cambio de mentalidad es que los recientes estudios científicos han demostrado que el café es una bebida con un alto grado de componentes nutricionales beneficiosos para el organismo. Esto, junto con la popularidad del café de alta calidad y origen certificado, hace que el café que tomamos hoy en día sea generalmente mejor que el de hace 2 o 3 generaciones.
La sociedad joven ha envuelto el café en un halo de romanticismo. ¿Hay algo mejor que quedar con alguien que nos gusta a tomar un café y conocer a esa persona? Porque una cena o ir al cine es diferente, en ambos casos no hay mucho espacio para una conversación íntima. Pero un café ofrece un espacio íntimo en el que compartir nuestro tiempo con una persona, una conversación sin límites y, por ende, es un acto mucho más satisfactorio.
Del mismo modo, los antioxidantes y la capacidad de influir en la serotonina y la dopamina hacen del café un gran aliado de las personas que tienen depresión. Y es que, somos una generación con un alto índice de depresión, por lo que contar con una bebida que sólo con su olor es capaz de cambiar el ánimo de alguien triste es espectacular.