En varias ocasiones os hemos hablado de los factores que modifican el sabor del café, aunque hoy vamos a centrarnos principalmente en la acidez.
La acidez tiene la capacidad de alterar nuestra experiencia tomando cualquier alimento, incluso después de haberlo tomado. Es una característica que notarás en la punta y en los lados de la lengua, en ocasiones como si fuese fruta cítrica, pero que varía en función de su intensidad.
Mientras que la acidez alta puede resultar muy intensa para la mayoría de paladares, la acidez baja suele resultar muy agradable para el paladar.
Los expertos en café recomiendan probar muchos tipos de café hasta que encontremos el que se ajusta perfectamente a nuestros gustos. En el mercado existen opciones para todo el mundo, con diferentes niveles de tostado y con recetas que modifican la percepción de la acidez, lo divertido es experimentar.
Uno de los factores determinantes a la hora de catalogar una clase de café es su acidez. Porque, a pesar de ser una de las características que se perciben más fácilmente, hay tal abanico de ácidos y de sabores que una persona necesita tener muy desarrollado su sentido del gusto para percibir todos los matices que hay.
Ácido cítrico, ácido fosfórico, acético o málico, tartárico o quínico, cada uno tiene un sabor especial e influye de forma distinta en el resultado final del café.
Mientras que el ácido cítrico le da un regusto a limón o naranja, el ácido tartárico es más amargo y el málico tiene esencia de manzana o pera.
Todos estos tipos de ácidos son especiales y tienen una función concreta. ¿Conocías algunos de ellos? Es muy común que la gente se preocupe por si el café es dulce o amargo, pero no todo el mundo tiene en cuenta la acidez, cuando es uno de los factores más importantes a la hora de preparar un buen café.