Todos conocemos que la situación actual de los productores de café es fruto de una lucha intensa a lo largo de los años. Un pulso entre productores, distribuidores y vendedores que ha derivado en un acuerdo general y en iniciativas como la de “Comercio Justo” donde se eliminan a los intermediarios y el agricultor recibe la mayoría del dinero de la venta.
El problema del campo es que no todos los cultivos tienen la fuerza necesaria como para presionar de forma importante a las grandes superficies y a los distribuidores. Una persona si no encuentra plátanos puede comer otra fruta, pero la sociedad no puede vivir sin café de forma indefinida.
Si los agricultores y los productores de café se ponen en huelga de forma indefinida ¿qué hacemos? El café tiene la composición perfecta para mejorar el estado anímico de las personas en cualquier momento del día.
Pero que un producto no sea tan consumido como el café, no quiere decir que sus productores no tengan derecho a mejorar las condiciones en los que se vende. De hecho, han sido los agricultores que cultivan plátanos, los que se han asociado para equiparar a los plátanos con el poder y el reconocimiento social que tiene el café.
El objetivo de esta iniciativa es, comenzar a presionar a los distintos gobiernos y grandes cadenas de distribución para que aumenten las subvenciones y amplíen los márgenes de beneficios de los agricultores. Una especie de marketing de guerrilla como en su momento hicieron los productores de café.
Sólo en Colombia, un país reconocido mundialmente por la calidad de su café, las plantaciones de plátanos crean más de 25.000 puestos de trabajo directos, por lo que se esperaba desde hace tiempo una iniciativa así.