Nos despertamos con una noticia inesperada al conocer que Kylie Jenner, dueña del imperio cosmético Kylie Cosmetics y nombrada la billonaria “self made” más joven por la revista Forbes, ha decidido expandir el alcance de sus productos utilizando el vending.
Kylie Cosmetics es una compañía que comenzó vendiendo 4 o 5 tonos de pintalabios y que ha ido creciendo de forma exponencial en los últimos años. Es propiedad 100% de Kylie y, al contrario que otras celebrities que tienen su propia línea de cosméticos, ella no ha buscado la ayuda de un retailer para llegar a más público.
Su explicación es sencilla, ¿para qué compartir sus beneficios con grandes cadenas de distribución y centros comerciales cuando puede hacerlo ella misma? Gracias a la versatilidad del vending y al bajo coste del mantenimiento de estas máquinas, Kylie Cosmetics ha ampliado su alcance a millones de personas a pie de calle.
Las máquinas de vending que está usando se han customizado para que muestren el logo de la marca e incluyen una pantalla digital que permite a los clientes ver todo el stock de productos en detalle. Esto hace que sean visibles desde lejos y todo el mundo pueda identificarlas, es un claro ejemplo de branding aplicado a su máximo exponente.
¿Qué ha visto una joven empresaria que factura cientos de millones de dólares al año en el vending para rechazar contratos multimillonarios y apostar por este canal de distribución?
La clave está en el control de su marca y en la rapidez con la que se integran los cambios en un conjunto de máquinas de vending. Si trabajamos con una gran superficie tenemos que hacer reuniones, contratos y firmar cláusulas para cada pequeño cambio, el vending sin embargo nos permite introducir nuevos productos al instante y que en pocas horas millones de personas tengan acceso a ellos.
¿No os resulta interesante este tipo de noticias? Está claro que el vending está en el punto de mira de las marcas de cosmética y de lujo.