¿Te encanta el café fresco? Si eres de los que disfrutan tomando café recién molido o te encanta apreciar los matices y el aroma del mejor café es importantísimo que prestes atención a la forma en la que lo conservas.
A diario escuchamos como es mejor usar un molino para tener café en polvo al instante, o que es importante secarlo al sol y, sin embargo, no se habla tanto de la conservación del café.
Un buen sistema de conservación retrasa la pérdida de aromas, que el café se ponga rancio o que el oxígeno oxide el producto al actuar sobre los aceites naturales del mismo.
Cuando recogemos el café verde, este puede aguantar varios meses sin perder la calidad, simplemente hay que tener en cuenta unas pautas sencillas como que la humedad sea la correcta. Sin embargo, cuando el café ya ha sido molido el proceso de conservación se complica bastante más.
Lo primero que tenemos que hacer para conservar bien el café es meterlo en un paquete donde el oxígeno sea mínimo y dentro del frigorífico. Con la menor temperatura que conseguimos el grado de conservación es mayor, además ahí dentro está protegido del exceso de humedad, la temperatura elevada y la luz.
Otra opción es usar un envase al vacío, aunque esta forma de conservación requiere desgasificar el café y es un proceso más costoso.
Más adelante hablaremos sobre las distintas formas de conservación del café, para que conozcáis todas las opciones y podáis usar el método que mejor se ajuste a vuestras necesidades. Es una pena que si tenemos una variedad de café buena se eche a perder porque no hemos tomado las medidas suficientes para que se conserve.