Especialmente en la última década, las alarmas sobre el cambio climático y el impacto que tendrá en la agricultura y la economía están sonando cada vez con más fuerza. Cultivar café ya no es rentable para muchas familias que ven como el clima reduce la producción, un problema que afecta especialmente a algunas de las variedades más exclusivas de arábica.
En países como Etiopía, donde más de 15 millones de personas dependen del cultivo de café, se está volviendo especialmente difícil mantener el sector con los cambios que está experimentando la industria entera. La producción está creciendo en países como Brasil, que tiene unas condiciones privilegiadas para el cultivo de café, pero, al mismo tiempo, está cayendo en otras zonas como Etiopía.
Otro de los factores que influyen es el valor del grano arábico que se negocia en Nueva York. El mercado de futuros es uno de los grandes motores de la industria cafetera (y de casi cualquier materia prima con valor), pero la especulación está afectando negativamente a familias que llevan cultivando café durante generaciones.
En España hemos vivido casos similares con productos nacionales como el tomate o la naranja, aunque tenemos la suerte de contar con el respaldo de la Unión Europea que protege el sector con determinadas subvenciones. Pero ¿qué ocurre con los países que no tienen un respaldo y necesitan una reestructuración de su industria agrícola?
Etiopía es un país cuya economía depende en gran parte de las exportaciones de café, un producto que representa más de un 60% de los ingresos anuales. Y si analizamos los datos de otros países como Colombia, Brasil, Vietnam, Honduras o India veremos que las exportaciones de café también tienen un peso importante en la economía del país y de millones de familias.
¿Qué podemos hacer para proteger la industria del café? ¿Conoces alguna iniciativa de este tipo?